La comarca “Campiña Sur” de nuestra provincia nos ofrece dos muestras de su riqueza artística.
Desde Llerena llega al Museo el Báculo de Casquete de Prado. Se trata de un báculo episcopal barroco, de la primera mitad del siglo XVIII y que pudo ser realizado en talleres andaluces o castellanos. Es uno de los símbolos del obispo y recuerda que debe ser pastor o guía de toda la comunidad cristiana. La pieza que se expone está decorada con elementos vegetales y una sencilla cruz.
Lo verdaderamente singular de este báculo es que perteneció al primer y único obispo-prior que tuvo la Orden de Santiago en la Provincia de San Marcos de León a la que pertenecían más de ochenta localidades, la mayoría en nuestro territorio. D. José Casquete desempeñó esa responsabilidad entre 1798 y 1838 y residió fundamente en Llerena, llevando así a la ciudad a su máximo nivel de relevancia eclesial.
El prior de la Provincia era el clérigo que tenía la responsabilidad eclesial sobre todo el territorio y se nombraba cada tres años, pero a finales del XVIII Roma decidió que esta función fuera vitalicia y que quienes la ejercieran estuvieran consagrados como obispos. Ese fue el momento en que accedió al cargo Casquete de Prado, natural de Fuente de Cantos.
Le correspondió gobernar un amplio territorio en tiempos difíciles, marcados por la Guerra de la Independencia y los subsiguientes cambios políticos. Participó, como uno de los nueve representantes de Extremadura, en las Cortes extraordinarias de Cádiz, 1810-1813, de las que fue uno de sus presidentes. A pesar de su pensamiento conservador firmó la Constitución de 1812 y avaló las reformas aprobadas por el parlamento. Concluidas las sesiones gaditanas, consagró su episcopado a mejorar la formación del clero y a incrementar las actividades pastorales en las parroquias, todo ello con la finalidad de contrarrestar la influencia que habían cobrado las nuevas ideas secularizadoras.
La obra Trujillo pertenece al pintor Eduardo Acosta Palop (1905-1991), natural de Villagarcía de la Torre (Badajoz). Su formación se inicia en Sevilla en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Bellas Artes, desempeñando una importante labor como docente y como pintor durante toda su vida.
Acosta es esencialmente un gran paisajista, obras como Trujillo dan buena cuenta de su maestría, logrando una gran depuración en la técnica y gran delicadeza a la hora de combinar luces, sombras y perspectivas. Su trazo es vigoroso, modelando perfectamente la silueta de la ciudad con un meditado encuadre en donde los volúmenes se equilibran con acierto y las masas resultan bien orquestadas, haciendo fácilmente reconocible la ciudad de Trujillo.
Báculo de Casquete de Prado
Autor desconocido
Principios del XVIII
Plata sobredorada
180x30cm
Carece de marcas
Parroquia Nuestra Señora de la Granada (Llerena)
Trujillo
Eduardo Acosta Palop
Óleo sobre lienzo
85 x 101 cm
Firmado en Trujillo. Sin fecha
Badajoz, Museo de Bellas Artes