En nuestras tierras gozamos de magníficas muestras de la orfebrería iberoamericana, pero la Arqueta Eucarística de Salvatierra de los Barros es, sin duda, una de las más singulares. Se trata de un cofre barroco, en plata parcialmente sobredorada, atribuida a un artista mexicano del siglo XVIII, José Aguilar. Es una muestra de la grandeza de aquellos orfebres pero también de la sensibilidad religiosa de los indianos extremeños, que nunca olvidaron su vinculación con nuestra tierra y que enviaron estos tesoros a sus localidades natales.
Fueron los hermanos Agustín y Cristóbal Ovando y Cáceres, naturales de Salvatierra y afincados en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles, quienes donaron esta obra cuyo fin es custodiar el Santísimo Sacramento el Jueves Santo.
El cofre, asentado en patas de garras sobre bolas y decorado con cabezas de querubes, cariátides y abundantes elementos vegetales, cuenta con una iconografía cuya lectura eucarística no puede pasar desapercibida.
Lo primero que puede observarse es la alabanza al Cuerpo de Cristo, el tesoro que guarda este arca, de la mano de cuatro ángeles que, en las esquinas, portan filacterias con las palabras iniciales de un conocidísimo himno de Santo Tomás: PANGE LINGUAM/ GLORIOSI/CORPORIS/MISTERIUM, esto es: “Canta, oh lengua, el glorioso misterio del Cuerpo”.
Al fijarnos en el centro de los laterales aparecen cuatro figuras: cordero místico, pelícano, maná y león con panal de abejas. Todas son figuras alusivas a las dimensiones de sacrificio y banquete de la Eucaristía. Jesús entregado por amor y presente en la Eucaristía es el Cordero místico que muere por todos, es el Pelícano que se desangra para alimentar a sus polluelos, es la miel que puede proceder de un panal de abejas en la boca de un león –alusivo a un episodio de la vida de Sansón en el que dijo “del que come salió comida y del fuerte salió dulzura” (Jue 14,14) que evoca la victoria de Jesús sobre la muerte y cómo llega a ser dulce alimento–, es el maná que alimenta al pueblo que camina.
Finalmente consideremos cómo coronan la pieza las figuras de la Fe, la Esperanza y la Caridad, porque este manjar solo puede apreciarse desde la fe y desde ella tiene capacidad para alentar la esperanza y para ser fuente de caridad.
El pintor, grabador y docente Manuel Parralo Dorado (1941), natural de Fregenal de Sierra, se formó en la Facultad de Bellas Artes de Madrid. Su actividad artística es reducida y en ella destacan la abstracción y el surrealismo. En Composición, se manifiesta su buena técnica y el increíble dominio del dibujo. La distribución es equilibrada, situándose la figura principal en el medio de la representación y utilizando una gama cromática oscura que va desde la parte inferior con tonos más claros a la parte superior con tonos más apagados.
Arqueta eucarística
José de Aguilar, 1724-1725.
Plata labrada, Puebla de los Ángeles, México
41 x 32 x 22 cm.
Parroquia de San Blas en Salvatierra de los Barros.
Composición
Manuel Parralo Dorado
146 x 114 cm
Óleo sobre lienzo
Sin firma. Sin fecha
Badajoz. Museo de Bellas Artes